viernes, 4 de abril de 2008

Fundamentación de nuestro trabajo

Las políticas educativas de los últimos años se han orientado hacia una mayor apertura a la comunidad, fomentando todas aquellas iniciativas que contemplen acciones tendientes a cumplir un importante rol en la sociedad. Teatro no ha quedado al margen, sobre todo por su importante y necesario contacto directo entre el artista y el público. Pero, ¿cómo mejorar la comunicación para que pueda existir una mayor participación de esta actividad artística en la vida social, cuando hay una gran falencia en cuanto a cantidad y calidad de dramaturgos que puedan sensibilizarse con la problemática que aqueja a la sociedad en la cual se encuentran insertos?


Actualmente, se trabaja mucho la creación colectiva en el ambiente teatral mendocino, como así también la adaptación de textos, que en la gran mayoría de los casos queda a cargo del director o un actor sin que estos tengan mucho conocimiento sobre el tema. Es en el caso de la creación grupal, donde la presencia de la figura del dramaturgo es casi inexistente, saltando a la vista una gran falencia debido a que se tiende a descuidar el texto, nulo a veces o collage de bellos poemas que pierden fuerzas al carecer de una estructura, de una columna vertebral que organice el producto, le de forma y carácter. Es por tal motivo, que la siguiente propuesta, dirigida a experimentar la dramaturgia a partir del trabajo actoral, tendería a mejorar la calidad de los trabajos teatrales.


A nivel educativo, se realiza un inadecuado hincapié en el análisis literario a través de sus variadas estéticas, marginando al “futuro dramaturgo” a la solitaria tarea de elaboración de textos sin herramientas que lo ayuden a destrabar la palabra, tarea que se transforma en tediosa e incomprensible para la mayoría que debe trabajar no motivado por la acción.


En muchos casos, quien se inicia en la escritura tiende a transitar por lugares comunes mintiéndose a sí mismo, haciéndose creer que ha creado una gran innovación. Las técnicas, tienden a liberar de estos mecanismos condicionantes y estimulan a atravesar una barrera, ir más allá, a un territorio que la misma persona desconoce que posee, y en la cual habita realmente la esencia de la creación. No significa que sean las únicas ni las mejores técnicas y que sin ellas no se pueda escribir ni mucho menos, lo interesante es conocerlas, saber que existen y que muchos grandes escritores las utilizan y las recomiendan para quién desea involucrarse en el mundo de la escritura. Muchas veces los métodos son secretos que cada escritor guarda en su sinagoga personal, y sólo la transmiten a unos pocos, siempre bajo el concepto de poder ser los únicos que manejen esa escritura “creativa y original”.


No significa que estos ejercicios vayan a hacer de los asistentes grandes escritores, eso lo dirán los años, los lectores (en este caso el público) y las editoriales. ¿Quién puede enseñar a escribir teatro? Sólo se pueden abrir puertas a un mundo de la percepción, transitar vías para entrar y salir de la realidad a la fantasía, para conocerse, rechazar o afirmar lo que somos y sentimos como individuos o como sociedad, o como individuos que conforman una sociedad.


No se puede concebir una escritura bajo la total libertad, tampoco cargada de reglas. El todo es igual a la nada y ambas no sirven. Comenzar la escritura a través de disparadores que activen el funcionamiento creativo, como un simple juego de adultos, acrecienta las posibilidades de que el proceso de escritura sirva como un recurso más para el actor contemporáneo, que atraído por las formas y la imagen, tienden a orientarse hacia lo corporal abandonando el plano intelectual. Un complemento de ambas sería lo más óptimo para el trabajo actoral.


Una grata experiencia literaria potencia las aptitudes a grados insospechados, y en quienes logran vivenciar este proceso fomenta una mayor predisposición ante la resolución de conflictos y una amplitud mental ante los estímulos externos.


Consideramos que este plan podría llenar gran parte del vacío que se produce en los jóvenes que desean expresar un gran caudal de sentimientos e ideales, pero no encuentran la forma de transmitirlo a los demás, de plasmarlo en un hecho artístico.



2 grupos trabajando con Pablo Arabena (2006)

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